Celebra la vida
Sofía Aymar condujo al título a Antártida Argentina en el torneo de primera división local. A tres años de haber sido trasplantada de un riñón, la entrenadora disfruta del deporte que la apasiona y festejó otra victoria en su existencia.
Hace poco consiguió su primer título como entrenadora del equipo de la primera local de hockey sobre césped del Club Antártida Argentina, logro que la llenó de orgulloso y satisfacción, aunque desde hace un tiempo más largo ella ya celebra en el podio de la vida, la que le dio una segunda oportunidad.
Su historia es una más de aquellas personas que recibieron un trasplante de riñón y volvieron a nacer gracias a la valentía de un familiar. Punto límite que le dio otra perspectiva sobre el tiempo, de entender que el futuro es ahora. Delicada situación que potenció su fortaleza espiritual, aprendiendo a sobreponerse a las adversidades, a luchar sin renunciamientos por un objetivo.
Virtudes que ella transmitió a su equipo, mostrándose activa, revitalizada, en el deporte que la apasiona. De firme carácter, verborrágica y frontal, Sofía Aymar, quien es una de las "pingüinas" que obtuvo el ascenso en 2014, dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO sobre su positiva gestión de dos años.
Placentera charla en la que enfocó la faz deportiva, pero más valioso aún, momento en el que levantó banderas de la vida, como desmitificar la donación de órganos y la posibilidad de volver a ser mamá. En rigor de verdad, una genuina campeona que celebra la vida.
-¿Este primer título que significó para vos?
-Me dejó mucha alegría, mucha felicidad de saber que el tiempo que invertimos todas valió para el campeonato. Sacamos valla menos vencida, goleadora, terminamos invictas, un promedio de cuatro goles por partido de promedio. Ha sido un año espectacular realmente.
Cuando me llamaron el año pasado para hacerme cargo, había dicho que la categoría tenía que salir campeona por las jugadoras que tenía, muchas habían sido compañeras mías en Federación.
Hay un promedio de edad, arriba de los 32 años, lo cual es un margen donde podés ser madre de las jugadoras con las que te enfrentas, pero siempre admiraba de los equipos de categoría intermedia de Córdoba que eran mujeres grandes, que se entendían y lo que jugaban, eran sistemas de juego muy aceitados.
Eso nos pasó con mis compañeras cuando logramos el ascenso en 2014 porque era una concientización de 30 personas que querían lograr un objetivo.
Entonces cuando me llamaron, les dije, tenemos que trabajar por el campeonato, que no es lo mismo trabajar por competir donde jugamos todas. Por el campeonato no lo van a hacer todas, habrá una columna vertebral y después habrá cambios a medida que corresponda. Lograr esa concientización en las jugadoras fue complicado.
-Pusiste manos a la obra rápidamente...
-Lo que me pasó con mi enfermedad me enseñó a que no tengo tiempo para perder. Entonces con mi compañero (Boero) fuimos trabajando por los objetivos, se nos presentaron millones de circunstancias adversas que tuvieron que ver más con lo vincular que lo deportivo.
Pero las supimos sortear, primero porque somos gente grande, hablando siempre. Trabajar con mujeres grandes no es fácil, tengo un carácter bastante fuerte y me pude posicionar desde este lugar de técnico, de dar órdenes que sean concretas y que se tienen que hacer. Y creo que desde todos los estamentos de la vida tenemos que tener bien en claro el objetivo por el que trabajamos y nunca perderlo de vista.
-Mencionaste tu problema de salud, lo que fue una bisagra en tu vida...
-Lo emparejo mucho con mi enfermedad. El 1 de febrero de 2015 empecé a hacer la pretemporada, el 28 estaba haciéndome una biopsia renal, así de loco. En 15 días estaba en una terapia intensiva porque parecía que me moría, y en un mes estaba en diálisis.
No tuve tiempo de llorar porque mi hermana me dijo 'no hay que perder las energías preguntando por qué sucedió, sucedió y punto'. Los médicos me dijeron usted es muy joven y debe trabajar para un trasplante. Comencé a prepararme, hacer estudios y rogar que no apareciera algo que me impidiera hacérmelo, llegar al Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) y hacer los análisis pertinentes para ponerme en lista de espera que era de 10 años me dijeron, a menos que apareciera un donante de su familia y esto se pudiera acortar.
Mi hermano César, compatible conmigo, cuando iba a hacer el trasplante le saltó que tenía cáncer en la médula ósea, yo en diálisis y él en quimioterapia. Lloré un día nada más, al otro día me dije no tengo que llorar y mi hermana me dijo Dios siempre provee y el marido de ella terminó siendo el donante.
El 20 de octubre de 2016 la doctora me dijo 'el 29 de noviembre te haces el trasplante', me lo hice, y el 30 ya estaba levantada y a la semana estaba en San Francisco con mi hija. Y así sigo trabajando, por mi salud, porque el trasplante es un tratamiento, me conecto con las cosas que me hacen bien.
El hockey es algo que me conecta con lo más lindo que tiene la vida, los vínculos que te da el deporte son sanos, siempre tenemos que luchar porque los chicos estén conectados con el deporte porque son vínculos sanos, tu cabeza está limpia para tomar decisiones buenas.
-En la conducción técnica no estuviste sola...
-A partir de la invitación que me hizo mi amiga Verónica, dije que sí, y ahí empecé junto a Emanuel Boero, él es marido de otra amiga mía Belén. El había donado sangre cuando estuve grave y fue como encontrarme con un 'hermano de la vida', un gran compañero con el que coincidimos en varias cosas porque ambos jugamos al fútbol, él juega al hockey en el club, yo fui jugadora, tenemos temperamentos muy parecidos y tenemos igual forma de ver el juego.
No somos "profes", yo soy administradora de Asociación Nazareth que es un centro de rehabilitación de adicciones a sustancias, él tiene un comercio de venta y un taller de motos, pero sin embargo fuimos al club porque nos necesitaba.
-Este año se tomaron desquite de la temporada anterior...
-El año pasado perdimos el campeonato por un punto, fuimos subcampeonas, también con valla menos vencida y goleadora.
Este año surgió la posibilidad de seguir con esta categoría y fuimos por la revancha. Se profundizó lo que se hizo bien y lo que teníamos para cambiar lo pudimos hacer.
Empezamos a explotar el potencial de cada jugadora, le pedimos lo que sabía hacer y un poco más. Eso hizo que sacáramos lo mejor de cada una, por eso fue tanta la diferencia que marcamos con los rivales. Hubo una gran conexión entre las chicas que hicieron todo lo que le pedimos.
-¿Tenes un fuerte temperamento, ello te trajo inconvenientes?
-Había gente que no quería que fuera la técnica, son cuestiones. Perdí algunas amistades, fue mi decisión y no me arrepiento.
Mi temperamento me trajo problemas, cuando era jugadora era la capitana de mis equipos, porque mis compañeras y técnico me ponían ahí. Lo fui amoldando, aprendí muchas cosas, pero también considero que hay cosas que hay que decirlas con énfasis porque si no pareciera que no llegan.
Siempre sufría que el técnico no me dijera si estuviera haciendo bien o mal, soy muy autocrítica. Entonces siempre les dije a mis jugadoras que mis directivas eran para ganar y que debían tomar esa crítica como constructiva.
El técnico es el que siempre tiene la cabeza fría, porque el jugador después de los 25 minutos comienza a experimentar el cambio de aire y la falta de oxígeno, entonces no tomamos buenas decisiones en esos momentos, y ahí el técnico tiene que ser bien puntual de lo que tiene que pedirle a sus dirigidas.
-El campeonato fue todo un mérito por tratarse de un plantel maduro...
-En el equipo hay muchas mamás con todo lo que ello significa. Pero les hice entender que había que entrenar. El grupo de compañeras mías de Federación, sabían que cuando uno apuesta a un proyecto a largo plazo se trabaja desde el 1 de febrero que arranca la pretemporada hasta la última fecha. Durante el año se trabajó duro.
La mayoría de las chicas hacen un deporte básico como salir a correr, natación y después van como complemento a jugar al hockey. Entonces están entrenadas muy bien físicamente.
Son mujeres grandes, tengo dos de 47 años, una de 45, de 38 años están las que fueron mis compañeras cuando jugaba, otra de 35, solo hay tres o cuatro que están entre los 25 y 30 años. Son mujeres grandes pero preparadas bien físicamente. Se formó un lindo grupo y competitivo.
-¿Qué mensaje le dejas a tus dirigidas?
-Solo me queda agradecerle a las chicas por la entrega, la responsabilidad de ir a los entrenamientos, por cumplir con el objetivo que se había pedido, porque esto nos llevó dos temporadas.
Se trabajó con disciplina, respeto y tolerancia a la frustración. Respecto a esto último siempre consideré que lo que no me sale lo voy a volver a intentar hasta que me salga. El tiempo que me lamento debo transformarlo en energía para poder hacerlo, lo he probado como jugadora, paciente, mujer, madre y ahora como técnica.
También agradecer al club por la confianza y la libertad para trabajar. Seguramente hubo quejas, no se puede caerle bien a todo el mundo, siempre habrá algo que molestará. Lo que sí hay que tener en cuenta que todos desde un lado o del otro siempre tratamos de hacer lo mejor por y para el club. Traté de ser muy responsable en las decisiones a tomar. Mi agradecimiento a mi compañero Emanuel, mi familia, hija y esposo por bancarme en esto.
-Tenes varios motivos para celebrar...
-Voy a cumplir tres años de trasplantada y es maravilloso, antes me daba vergüenza contarlo y un día una señora me dijo tenés que contarlo, porque mucha gente tiene miedo.
Los médicos cuando me prepararon me dijeron vas a tener una vida cuasi normal, tan normal como vos te cuides y colabores con el tratamiento, tenían razón y estas cosas hay que contarlas tanto para el que recibe el órgano como para el donante, porque los dos hacen vida normal.
-Ahora a tomar a un merecido descanso y preparar la defensa del título...
-A descansar porque fue un año agotador, tengo mis defensas bajas y de por vida tengo que medicarme, soy consciente de ello. El año que viene no sé qué voy hacer. Pero tengo un proyecto muy importante para mi vida, que es tratar de tener un hijo, de intentarlo. Tengo que seguir haciéndome estudios para que esté todo bien. Pero en el club voy a estar siempre, desde cualquier lugar. Conectada con el deporte, especialmente con el hockey que es mi pasión.