Basta, dijimos basta
Y al séptimo día.... dijimos basta. Basta de comidas rusas, estamos en la necesidad imperiosa y urgente de comer carne. La convivencia entre cuatro colegas, en un hermoso y agradable apartamento, ya empieza a tener fastidios. La comunicación -el inglés no siempre sirve- y lo poco abiertos que son los rusos, complican todo a la hora de comer.
Necesitamos carne y por ella fuimos. No es que no nos guste, o sí, pero basta de Pelmeni, basta de la sopa Borsch, basta de Uja, basta de comida georgiana, árabe o griega. Milanesas, el objetivo era milanesas.
Llegamos al mercado y fuimos directamente a la carnicería. El ruso, solo hablaba ruso, valga la redundancia y allí comenzó la travesía. ¿Bola de lomo? y nos miró. Elegimos por imagen, como si fuésemos carniceros de nacimiento, pero bueno, no nos quedaba otra.
¿La cortas en bifes? y ahí lo matamos. Ponía y sacaba la carne de la bolsa una y mil veces, pretendía que nos llevemos el pedazo entero, pero no. Queríamos bifes y se lo hicimos entender.
Ellos tienen cara de malos por naturalidad, imagínense este, lo que habrá pensado y donde nos habrá mandado, pero no le quedó otra que salir a buscar la cuchilla. Cortó la carne, lo hizo, con poca gana y en bifes anchos, pero la intensión valió y nos conformó.
Buscamos papas para el puré, buscamos ensalada y tomate, huevos y bebida. Pero la perla de la jornada, llegó cuando decidimos ir por el pan rallado. ¿Khleb? -pan en español- y las mujeres del supermercado señalaban las varillas. No había forma, no hubo prácticamente forma. Ya nos dábamos por vencidos, entre las risas y la impotencia, hasta que una chica, hablando poco de inglés, señaló la góndola de la salvación. No es pan rallado, es una especie de avena que permite las "milangas" en formato marinera. Buscamos y salimos, como niños en Navidad, felices.
Apartamento y cocinar. Mientras la noche que no es noche aparece, empezamos a darle un mimo a nuestro estómago. Milanesas, puré y ensalada y a dormir. Café de postre y satisfechos. Esto es difícil, pero no imposible, el día a día comunicacional será apasionante. Continuará.