Con alma de grande
Antártida Argentina, con su perfil amateur, ha mostrado en el transcurrir de los años un notable desarrollo deportivo e institucional, erigiéndose en una de las entidades representativas de San Francisco.
Si bien se trata de un club con espíritu de barrio, de neto perfil amateur, lejos estuvo de conformarse con su estado natural, por lo que con el transcurrir de los años sacó a relucir su mentalidad progresista, esa ambición de cambio, en pos de un mejor futuro en el ámbito deportivo como institucional, sosteniéndose como un espacio de contención para los jóvenes. De ahí entonces que en la actualidad muestra orgulloso su exponencial crecimiento.
Antártida Argentina, camino a sus 72 años -fue fundado el 10 de noviembre de 1948- es otra de las instituciones emblemáticas de San Francisco que nació enarbolando la bandera del fútbol, aunque años después también se identificó con la práctica de las bochas en la sede de calle Lamadrid, otrora epicentro de inolvidables bailes y kermeses.
Su participación en la vieja Liga Amateur de Fútbol se extendió hasta el año '70, para después ingresar en un impasse hasta el '92, año del retorno, aunque por muy poco tiempo ya que en la temporada siguiente pasó a integrar la zona Centro de la Liga Regional de Fútbol.
La primera cancha se instaló en la esquina de bulevar Roca y Urquiza, enfrente de lo que hoy es una entidad bancaria, luego fue trasladada a la intersección de bulevar Roca y Ramón y Cajal, para seguir mutando dentro del barrio Roca.
No contar con un escenario fijo resultó una situación que se prolongó en el tiempo teniendo que utilizar predios ajenos. De hecho, en la vuelta a la práctica futbolística, también armó la cancha en un sector de la Sociedad Rural -por avenida Chile- y luego en el predio de Boero Romano en el antiguo "triángulo".
El "pingüino" además llevó su localía a cancha de La Milka en aquellas definiciones del Torneo Absoluto como en la primera fase del Torneo Interligas en el que disputó la final haciendo de local también en el estadio de Sportivo Belgrano.
Terreno y casa propia
La necesidad de afirmarse en un espacio físico propio llevó a la dirigencia a adquirir un predio en lo que hoy es barrio Las Rosas -Juan de Garay 4594-, aunque por aquellos años se trataba solo de hectáreas de campo. En 1994 un grupo de valientes y audaces dirigentes encabezados por Pablo "Chacho" Panero metieron mano a sus bolsillos, incluso hipotecando sus casas, para invertir en esa propiedad que fue inaugurada oficialmente el 23 de octubre.
Evitando créditos bancarios, el dinero se recuperó con trabajo, a través de la organización de eventos, como los recordados asados de vaquillonas con cuero, cenas-bailes y los corsos, donde simpatizantes y allegados al club colaboraron en gran número y en forma desinteresada.
El predio se trataba de una antigua granja de tres hectáreas, la que luego se iría transformando, previo desmalezamiento a pura pala y sudor, ante la ausencia de maquinaria para erradicar el cañaveral que allí había. Se volcaron 500 camionadas de tierra para la cancha de fútbol y recién en el '98 se colocó el tejido olímpico para empezar a utilizarla en una tarea titánica de la subcomisión de fútbol liderada por Pedro Ceballos.
A la misma se le puso el nombre de "Darío Jular" en homenaje a quien fue el principal impulsor para el regreso del fútbol a la entidad. El popular "Gallego" quien en su último deseo y testimoniando su amor por el "pingüino" hizo que el cortejo fúnebre pasara frente del club en su último adiós.
El flamante campo de juego fue inaugurado oficialmente el domingo 20 de septiembre de 1998, oportunidad en que Antártida derrotó 4 a 2 a Pueblos Unidos de La Tordilla.
Vale decir que después de aquel 1992, año de la vuelta al fútbol y en la competencia regional, el "pingüino" supo con seguir los títulos de zona: '93, '94 y '95 -Centro-, '98 y 2006 -Oeste-, Absoluto '94. También fue subcampeón del Absoluto '93, temporada en la que tomó impulso provincial siendo subcampeón del Interligas, tras las recordadas finales frente a Central de Río Segundo.
Salón y explosión deportiva
Pasado algo más de una década, y al impulso de ideas renovadoras, tuvo lugar la construcción del salón multiuso en un sector que previamente lucía todo parquizado. Un proyecto impulsado por Roberto Podadera, otro recordado y entusiasta dirigente que entregó mucho de sí para su entrañable club.
En los últimos años, bajo la presidencia de Eduardo Pedrone, siguiendo un marcado desarrollo, el club fue protagonista de una verdadera explosión deportiva y social con la incorporación de varias disciplinas.
En 2013 llegó el pádel con la construcción de las primeras canchas de blindex de San Francisco y en las que los mejores exponentes de la disciplina llevaron a cabo exhibiciones.
Luego se sumó el hockey sobre césped que trajo aparejado la instalación de la cancha de piso sintético, toda una "revolución" con el desembarco de la mujer y en gran número a un club históricamente futbolero y de varones. Disciplina que le permitió a la entidad obtener identidad a nivel provincial con todo lo que ello significa, adosándole el ascenso al segundo escalón de la categoría donde es principal animador.
Tras cartón se dio lugar al patín artístico y a posteriori el gimnasio con lo que se cubrió una necesidad interna y asimismo para la gente del barrio que comenzó a utilizarlo.
Más aporte a la comunidad
Siguiendo con su vital aporte a la comunidad sanfrancisqueña, la entidad "pingüina" sirvió de base para el desembarco de Fundación Empate San Francisco, primera escuela de fútbol gratuita para niñas, niños y adolescentes con síndrome de Down. Entidad que tiene como objetivo potenciar el desarrollo psicofísico, las capacidades deportivas, la socialización y el buen estado de salud en los chicos que participen, mejorando así su calidad de vida.
Cabe consignar además los vínculos entablados con otras entidades e instituciones como Fasta -con su profesorado de Educación Física- y la UTN, cuyos alumnos también utilizan su predio deportivo. Y no menos importante es haber sido el impulsor del Bingo del Hospital para la obtención de ingresos, y que hoy comparte con el Aero Club, Club de Cazadores, San Francisco Rugby Club y el Hospital JB Iturraspe.
En el futuro la dirigencia tiene proyectado la construcción de una cantina, pileta climatizada y las canchas de polvo de ladrillo para la práctica del tenis que desde hace dos años se desarrolla dentro del salón. Asimismo también se sueña con otro salón de mayor altura propicio para la práctica de voleibol o básquet en razón de que el actual no contempla las medidas necesarias para albergar esos deportes.
Mientras tanto en la sede de calle Lamadrid, la cantina-comedor funciona a full ofreciendo sus ricos platos en un ambiente cálido y familiar, como también se constituye en un espacio de esparcimiento de los vecinos que se congregan a jugar a las cartas. Y pegadito nomás en el estadio "Hugo Juan Canello" los bochófilos despuntan el vicio en dos canchas, una de piso sintético que se inauguró hace un par de años.
Intensa actividad que demuestra la pujante actualidad de Antártida Argentina luchándola siempre a pulmón. El sueño concretado de la casa propia a la que fue refaccionando al influjo de una empeñosa dirigencia. En verdad, elogiable progreso para quien -posee 500 socios- lejos de transformarse en un club de elite muestra alma de grande.