Entrenador, dirigentes y el futuro de la Selección
Sampaoli parece no querer irse. Tapia necesita una cabeza, que no sea la suya. Un ciclo de jugadores que empiezan a alejarse. Cientos de problemas que entierran aún más a nuestro fútbol. ¿Qué pasará de ahora en adelante?
(POR LUCIANO OLIVERO, desde Moscú)
Mientras los exintegrantes del plantel argentino ya diseminados y sin despedida formal, piensan en sus destinos de descanso, intentando olvidar inmediatamente un fracaso trasmitido por TV para todo el mundo y hacen mea culpa en las redes sociales, con mensajes melancólicos, "Chiqui" Tapia exprime su cerebro en busca de argumentos que logren convencer al director técnico de la selección argentina, Jorge Sampaoli, para que éste recapacite y se marche, dejando su lugar vacante para un proyecto nuevo.
"¿Qué hubo errores? Es lógico. ¿Qué los dirigentes están aparentados? Seguro. ¿Qué la fácil es sacar al cuerpo técnico del camino? Seguro. Pero, aquí en Moscú, hay también quienes sostienen que esas decisiones, serían contradecir lo planteado por los dirigentes a la hora de la firma del contrato con el DT, el deseo de un proyecto a largo plazo.
Desde este punto de vista, queda claro que, más allá de cuales sean los argumentos verdaderos o no, es innegable, que la continuidad del entrenador, también tiene toda la lógica.
Si Sampaoli va a defender que no es él quien tira abajo un proyecto firmado para cinco años, y que quien lo tira es la propia AFA, o algunos medios, ya parece cosa "de los demás" y desde ese punto de vista, no le falta razón.
Por esto y varias cosas más, cito una frase archiconocida y no por eso, inaplicable en este caso: "La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer". No tiene la culpa Sampaoli, equivocado o no en sus planteos tácticos o en sus manejos con el plantel, si la AFA, en vez de probar hasta el Mundial, se hipoteca firmando un contrato por cinco años sin ver qué tal va el asunto y comprometiéndose a pagarle al "mejor entrenador del mundo" (como alguna vez Tapia dijo sobre Sampaoli), 20 millones de dólares de prescindir de él antes de la Copa América de Brasil 2019.
Tapia viene utilizando todo tipo de argumentos, ayudado por Daniel Angelici, el hombre fuerte del fútbol argentino, por tener teléfono rojo con el presidente Mauricio Macri, entre los cuales se encuentra todo el dinero que la AFA perderá de ganar de parte de la FIFA al no avanzar en el Mundial, sumado a los compromisos adquiridos con la Federación Israelí luego de la ridícula (por el hecho y por las formas) cancelación del amistoso del 9 de junio en Jerusalén, que incluyen la presencia de un Lionel Messi ahora más que en dudas para los próximos años.
Y siguiendo con Messi, ¿qué hará la AFA si éste decide no seguir vistiendo la camiseta argentina o si al menos pospone su decisión por dos años? ¿Cómo se las arreglará con todos los negocios vinculados al crack del Barcelona, más allá de su mal Mundial en Rusia? otro tema para analizar.
También el dúo Tapia-Angelici utiliza como argumento el hecho de que fueron ellos los que gestionaron su salida del Sevilla, para lo cual tuvieron que esperar un año porque el club andaluz pedía 8 millones de euros de cláusula de rescisión en 2016 y sólo un millón en 2017, y si se destrabó fue por la amistad entre el presidente de Boca Juniors y el del Sevilla, José Castro.
Sin embargo hasta ahora, Sampaoli sigue firme, y no parece dispuesto a renunciar.
El apuro por resolver este tema no está relacionado sólo con la Selección. O sí, pero de otro modo: Tapia sabe que la crisis sociopolítica argentina, que comenzará a aflorar por el clima de mal ánimo por el Mundial, necesitará una cabeza, y el presidente de la AFA sabe que si no es la de Sampaoli, probablemente pueda ser la suya.
La mala elección del DT, la mala gestión de la frustrada reunión con el Papa Francisco en el Vaticano, el desmanejo de la cancelación del amistoso con Israel por pedido de los jugadores a partir de una decena de amenazas y un par de quemas de banderas argentinas por parte de grupos pro-palestinos, en una conferencia de prensa en Barcelona de sólo cuatro minutos y en la que se dijo que con esa determinación se ayudaba a "la Paz Mundial", pueden terminar, acaso, con el propio ocupante del sillón de Viamonte, habida cuenta de que su suegro, Hugo Moyano, cada día se acerca más al Kirchnerismo. Sumado a esto, hay quienes ya señalan candidatos a la sucesión que no se quedan para nada quietos en estos momentos.
Por ahora, el fútbol argentino, con cuatro comisiones sin demasiada fuerza en Zurich, sigue muy lejos de los tiempos de esplendor de Julio Grondona, cuando tirado en una cama de un hotel, resolvía por teléfono los estruendos nacionales. Hoy, el fútbol argentino está muy lejos, en todo sentido. ¿Cuál será el futuro?