Gracias, siempre
Sportivo se despidió de esta temporada del Torneo Federal A, quedando muy cerca de volver a pelear por el ansiado ascenso.
En el fútbol se gana o se pierde, pero lo que no se negocia es la pasión, la entrega y el amor por la camiseta. Y a eso hizo honor este equipo, este grupo de jugadores que se ganaron de ahora y para siempre un lugar en el corazón del hincha, por más que el objetivo máximo no se haya alcanzado.
No iba a ser de otra manera: si se tenía que despedir se iba a despedir luchando. Y si no, que le pregunten al arquero de Gimnasia, que anduvo a los revolcones hasta el pitazo final.
Así fue este Sportivo de Giaccone. Todo el año. Nunca bajó los brazos, ni en las situaciones más adversos y esa terquedad fue la que lo trajo hasta aquí, a hacerle partido de igual a igual e incomodar por buenos momentos al candidato más poderoso al ascenso.
Y ni en esa pugna de David y Goliat se achicó el verde. Con su plantel corto, sus lesiones y suspensiones a cuestas y sus miles y miles de kilómetros sobre sus espaldas vino a Mendoza a morir de pie, como solo los grandes lo pueden hacer.
Entonces, no queda otra que sacarse el sombrero ante el grupo humano, ante este cuerpo técnico que defendió a muerte una filosofía en tiempos en que las ideas son bastardeadas y ninguneadas en detrimento de los resultados.
Los que amamos el fútbol, como juego, pondremos a este equipo de Sportivo entre los más ilustres de los últimos años, en un sitial donde solo hacen pie los que saborearon la gloria. Y si bien el resultado no fue el corolario esperado, el aplauso es obligatorio ante la dignidad que mostraron estos gladiadores.