¡Hay que tener huevos!
Otra vez, Juan Manuel Aróstegui apareció en un momento clave para la historia de Sportivo Belgrano. Esta vez no hubo ni gritos, ni festejos, ni movilizaciones, ni tiempo de celebrar. Lo que sí hubo, fue reflexión, fue sentido de pertenencia, fue amor por los colores, fue la tranquilidad que inspiró uno de los ídolos más grandes de la centenaria vida de la "verde" hablando a corazón abierto, conmovido, con ojos llorosos.
Por Leandro Gottardi
No soy de escribir artículos de opinión, de hecho es la
primera vez que lo hago. Pero esta vez, lo sucedido ameritaba algo así. Lo
pensaba el jueves mientras salía de la redacción de LA VOZ DE SAN JUSTO para
dirigirme al estadio Oscar C. Boero, donde en conferencia de prensa se
comunicaría algo que, para esas horas, se sabía pero que aguardaba confirmación
oficial: Juan Manuel Aróstegui se convertía en el presidente de Sportivo
Belgrano, ante el ausentimo de Pablo Esser por las razones de público
conocimiento.
¡Qué huevos que tiene este tipo! (disculpen mi lenguaje vulgar), pensé una y mil veces en ese recorrido. Al llegar al estadio, sentí esa sensación rara en el aire, imposible de explicar o de poner en palabras.
Saludé a colegas, dirigentes y colaboradores del club que estaban en las inmediaciones de la sala de conferencia y de pronto, sentado en una de las butacas del lugar, lo vi a Juan Manuel. Estaba con su celular, agradeciendo y respondiendo cada mensaje de aliento que le llegó por parte de hinchas, excompañeros y del ambiente del fútbol en general.
Minutos antes de las 19.30, se paró y se dirigió hacia el atril central, tomó asiento, probó el micrófono y hasta largó algún que otro chiste, fiel a su personalidad.
Esta vez, no tenía que definir en el arco contrario. Esta vez, no iba a haber grito de gol. Esta vez, no iba a estar en el predio coordinando la formación de los jóvenes valores de la verde. Esta vez, iba a poner el pecho luego de una situación que golpeó fuerte al mundo Sportivo.
Sí, ese mismo hombre que acomodó la pelota en el punto penal a los 48 minutos del segundo tiempo en uno de los partidos más importantes de la historia del club, ejecutó y marcó para darle el ascenso al club de su vida a la segunda división del fútbol argentino, estaba otra vez en el centro de la escena grande.
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En aquella oportunidad, 15 mil almas explotaron en el Boero, su segunda casa, y otros tantos de miles se llegaron al centro de la ciudad a celebrar, en una movilización, en un grito que aún se escucha en todos los rincones de San Francisco.
Ahora, no hubo ni gritos, ni festejos, ni movilizaciones, ni tiempo de celebrar. Lo que sí hubo, fue reflexión, fue sentido de pertenencia, fue amor por los colores, fue la tranquilidad que inspiró uno de los ídolos más grandes de la centenaria vida de Sportivo Belgrano hablando a corazón abierto, conmovido, con ojos llorosos.
El hincha verde se manifestó en las redes, los mensajes fueron de apoyo y de agradecimiento. Eso sí, una y mil veces, "Juanma" se encargó de destacar: "El club es más importante que cualquier persona".
Al retirarme, aquello que pensaba antes de ir a la conferencia mutó en partes, o fue confirmado mejor dicho porque al irme, volví a pensar: ¡qué huevos tiene este tipo!.