Inolvidable
Luego de cumplir una gran experiencia, Ángel "Bachi" Serrano visitó los estudios de AM 1050 y contó detalles de la aventura que vivió junto a Jerónimo Bonino en busca de la cima del Aconcagua.
Las aventuras se viven en cuerpo presente y cuando son casi extremas se disfrutan quizás un poco más. Es por ello que los sanfrancisqueños Jerónimo Bonino y Ángel "Bachi" Serrano fueron parte de una experiencia única, intentando alcanzar los 6963 metros en la cima del Aconcagua, algo que no se dio por muy poco, pero de todas maneras vivieron días brillantes.
Ya de regreso en nuestra ciudad, Serrano visitó los estudios de AM 1050 para contar detalles de esta travesía, donde además informó sobre los inconvenientes físicos que sufrió Bonino tras esta "aventura en las alturas".
El Aconcagua es un lugar mítico, donde las historias y experiencias confluyen, en un paisaje que desafía a superar los límites físicos e invita a vivir una aventura sin límites. Ascender hasta su cima, es un reto que pone a prueba el temperamento, la experiencia y también la capacidad de adaptación de las personas. De gran forma, "Bachi" fue contando paso a paso como vivieron este desafío.
El comienzo
- Hace 4 años estábamos en la pista de Tiro y Gimnasia con Jerónimo Bonino, con quien tenemos una relación de mucho tiempo. Me comentó que había ido al Aconcagua, que logró hacer cumbre en su primera incursión. En ese momento me entusiasme, hace tres años conformamos un grupo con el objetivo de salir a la montaña. El primer viaje fue a Catamarca, al volcán San Francisco. Seguimos con los preparativos y entrenando con vistas a otras ascensiones, el año pasado estuvimos en el volcán Tuzgle y lo que se venía era el Aconcagua. Lamentablemente no todos los chicos del grupo pudieron viajar por cuestiones personales, pero con Jerónimo como guía decidimos irnos los dos y entramos en el Parque Provincial Aconcagua el 31 de enero y comenzó esta aventura que tiene variadas sensaciones.
El Aconcagua
- El Aconcagua es espectacular, sus laderas lo son, es un lugar mágico y la naturaleza que lo rodea es espectacular. La verdad que caminar es duro y se sufre un poco, porque no tiene nada de turismo. Contratamos mulas para que nos lleven los alimentos hasta cierta altura, pero el resto de las cosas las tenemos que cargar en nuestras mochilas y eso conlleva un desgaste importante, sumándole además la altura que siempre complica. En estos 11 días bajé 10 kilógramos de mi peso, lo cual marca la dureza de esto. Mi familia y mis amigos estaban intranquilos porque lamentablemente se hizo una mala fama del Aconcagua y todo se magnifica. Hay cerros en nuestro país muchos más duros y peligrosos, pero no tienen tanta chapa, entonces no pasa nada. El Aconcagua es una montaña más segura y que tiene mucho control, con médicos, ejercito, policía de montaña y helicópteros por cualquier situación.
Un campamento
- Un campamento llamamos a un lugar relativamente plano, donde tenemos acceso a agua que es lo básico. El Aconcagua se caracteriza por tener asistencia médica, para seguir ascendiendo tenés que pasar controles estrictos de la policía de rescate. Está muy controlado, no va cualquiera a hacer cualquier cosa. Entrás a un Parque Provincial y hay que cumplir ciertas leyes. Estuvimos dos noches y tres días en Confluencia, que te van sirviendo para ir adaptando el cuerpo. Nos llevamos el oxímetro, con eso te das cuenta que la primera noche medías muy bajo y después ya das una indicación normal.
Las etapas
- En mi entrenamiento agregué mucho gimnasio, para fortalecer lo que es el tema de los hombros y la espalda. Se tiene que entrenar muy duro, porque estando bien físicamente la adaptación es mejor. Los primeros días me sentí raro, pero después el 'motor' comenzó a andar bien y me sentí más fuerte. En la primera etapa paramos en un albergue en Penitentes, a 2800 metros de altura y ya te sentís extraño. Hay que hacer movimientos tranquilos, tomar 6 litros de agua por día para movilizar los riñones y no tener problemas. El primer día caminamos hasta Confluencia que es un campamento a 3.300 metros, todo esto con una mochila de casi 30 kilógramos.
- Después iniciamos la marcha hacia Plaza de Mulas, a 4.300 metros, que es el campo base mayor, que es donde mayor afluencia de gente hay. En ese lugar hay un hotel, el cual ahora está abandonado y también hay gente del ejercito argentino, de la policía de montaña, además de los puestos sanitarios. Llegamos, hicimos el control obligatorio y de acuerdo a los días que te quedes ahí, nosotros estuvimos 4, tenés que hacer otro control. Recién cuando ellos te habilitan podés seguir camino hacia el próximo campamento, que sería Nido de Cóndores, a 5.500 metros de altura. En esos días que estuvimos ahí, aprovechamos para subir hasta ese punto y dejar elementos necesarios para ya tenerlos cuando lleguemos. O sea, subimos y volvimos a bajar.
- Hasta ese momento de la aventura se caracterizó todo por el clima que soportamos. Durante el día adentro de la carpa hacía 40 grados y a la noche llegaba a los 5 bajo cero. Dada esa alta temperatura hubo muchos aludes. De hecho cuando cruzamos de Confluencia hacia Plaza de mulas, tuvimos que esquivar aludes, meternos en el barro y sortear situaciones especiales. Inclusive en Plaza de Mulas un día nos llovió, algo que no pasó en los últimos 30 años. A raíz de esto tuvimos que trasladar la carpa, ropa y otros elementos hasta Nido de Cóndores y cuando llegamos arriba se desató una tormenta de nieve muy fuerte, nos recibió la policía de montaña y nos trataron muy bien. Luego bajamos, nos quedamos dos días en Plaza de Mulas y ya después sí subimos para quedarnos a los 5.500 metros.
- Ya en Nido de Cóndores el viento golpea mucho más, se hace difícil dormir porque la carpa se mueve mucho, el frío es intenso. Estuvimos dos días adaptándonos, con la idea de subir a Cólera, que son los 6.000 metros y es el último escalón antes de realizar cima. El problema fue que con los cambios de clima no encontrábamos la ventana favorable para poder subir. Nos avisaron que iban a bajar los vientos y se iba a poner lindo. Por eso decidimos subir a los 6.000 metros porque físicamente estábamos perfectos y cuando llegamos, a pesar de lo que nos dijeron, se desató un temporal terrible, con lo cual se hizo imposible tratar de hacer cumbre.
Cerca del final
- Pasamos una noche muy brava con Jerónimo, con mucho viento y nieve. Cuando despertamos analizamos la situación y decidimos bajar a Nido de Cóndores para esperar que cambie la situación. En el transcurso del descenso, Jerónimo siente que tiene un problema en la mano. Cuando llegamos al campamento el médico le informó que se le congelaron tres dedos, por lo cual tiene que evacuar de manera urgente y no podía continuar. Jerónimo bajó muy rápido, por lo cual yo tuve que cargar todo y hacer un descenso, que fue muy sufrido.
Las comidas
- En cuanto a la ingesta de alimentos, se va tornando más difícil obviamente con el ascenso. Hasta Plaza de Mulas podés cocinar arroz, pastas, lo que sea. Luego ya es más complicado el tema de la cocción de los alimentos porque el oxigeno cambia los grados de cocción. Nosotros llevamos unos sobres ya preparados, que solo los tenés que calentar, donde podíamos comer carne de ternera con arroz, pollo con papas y otras cosas muy ricas en valor proteico.
El futuro
- Por el momento no tengo pensando en volver a subir, es todo muy prematuro. Hace poco que llegué y muy cansado. Solo Dios sabe, pero por ahora tengo otras cosas, como entrenar con Juan Pablo para los Juegos Odesur en abril. Se necesita mucho tiempo y preparación. Hoy no me planteo que puede pasar.