Kazán: La cara menos conocida del alma de Rusia
Es la tercera ciudad en importancia de Rusia y presenta innumerables atractivos turísticos, como el imponente Kremlin, cuya superficie de 15 hectáreas alberga a bellos templos e importantes museos. Uno de los íconos de la urbe es una lujosa y llamativa mezquita que fuera construida durante 2005. Te contamos su historia.
Lejos del frenesí de la monumental Moscú y la imperial San Petersburgo, el espectacular Kremlin de Kazán permite echar una ojeada a los mil años de historia de Tatarstán, en particular la invasión tártara y mongol, sin dejar en el olvido el presente, ya que se trata de la tercera ciudad de Rusia y su lista de atractivos es extensa.
Situada en el curso medio del río Volga, a medio camino entre Moscú y los Urales, Kazán es la tradicional capital musulmana de Rusia pero, al mismo tiempo, es una clásica urbe europea.
Tres personajes clave en la historia de Rusia nacieron, vivieron o estudiaron en ella: el patriarca de la literatura rusa, León Tolstói; el fundador de la Unión Soviética, Lenin, y el mítico cantante de ópera Fiódor Shaliapin.
Durante sus primeros 500 años de historia Kazán estuvo al margen del destino de los pueblos eslavos: fue un puesto de avanzada de los búlgaros del Volga, se convirtió al Islam, formó parte de la Horda de Oro (Mongoles) y en el siglo XIV fue capital de un canato tártaro independiente.
El zar Iván IV (El Terrible) tuvo que lanzar tres campañas militares, pero finalmente derrotó a los tártaros (1552) y Kazán se transformó en frontera oriental del incipiente Estado ruso.
Cristianizada a la fuerza, sólo Catalina la Grande autorizó de nuevo, a finales del siglo XVIII, la construcción de mezquitas.
El Kremlin
Nada más llegar a Kazán tras unas 12 horas en tren desde Moscú uno puede ver los rastros de todos esos cataclismos históricos. Empezando por su Kremlin, una atalaya flanqueada por el río Kazanka, afluente del Volga, y desde la que se divisa gran parte de la ciudad.
A diferencia de los históricos Kremlin de Moscú y Novgorod, el de Kazán es blanco y su joya no son las tradicionales iglesias ortodoxas con sus cúpulas doradas, que también las hay, sino una magnífica mezquita.
Esta fortaleza de piedra es una pequeña ciudad de 15 hectáreas que acoge desde museos a templos, academias y edificios oficiales, como la residencia del presidente de la república.
Tiene casi dos kilómetros de murallas, que llegan a alcanzar los 12 metros de altura. Se conservan ocho torres, cinco de ellas redondas, y todas con techo de madera, menos la Spásskaya, que es la puerta de entrada al Kremlin y está coronada con un campanario con reloj.
Torre inclinada
El Kremlin tiene una torre más, pero no forma parte de sus
muros. Esta la Torre Siuyumbike, que ha sido comparada con la de Pisa, por que
al igual que la italiana ésta también está torcida.
Actualmente, su inclinación es de dos metros. De ladrillo rojo, originalmente fue construida como mirador. Tiene 56 metros de altura y desde arriba se puede ver hasta el Volga.
No obstante, lo que atrae más a los turistas son las numerosas leyendas que la rodean. La más popular dice que, tras derrotar a los tártaros y destruir la antigua fortaleza, Iván el Terrible quiso casarse con una bella joven del lugar; ésta, de nombre Siuyumbike, aceptó la propuesta, pero puso como condición que se construyera una gran torre. Una vez construida, se subió a su punto más alto y se lanzó al vacío.
Majestuosa mezquita
No obstante, el símbolo de Kazán es la mezquita de
Kul-Sharif, construida en 2005. Fue levantado en el lugar donde se hallaba la
que fue destruida por Iván el Terrible.
Su nombre proviene de un famoso imán y poeta tártaro que murió durante la caída de la ciudad a manos del despiadado zar.
Erigida en una plaza, su majestuosidad es mayor de noche. Su exterior es de granito y mármol blanco, con la excepción de su cúpula central y sus seis minaretes, que tienen techos de azurita. En su interior hay numerosos mosaicos y ricas alfombras cedidas por Irán.
Al corazón de la ciudad se llega a través de la calle peatonal Bauman, que comienza a orillas del río Kazanka, donde flanquea el Kremlin, y termina en una plazoleta que acoge al reloj más famoso de la ciudad, un original monumento coronado por las figuras de un poeta, una musa y un pegaso, que se ha convertido en un lugar de encuentro.
Además de algunos de los mejores restaurantes de la urbe, esta turística calle es un museo al aire libre de la arquitectura zarista de principios de siglo XX, de mansiones de familias adineradas a comercios y teatros.
Aunque no hay tiempo para aburrirse, un estrafalario músico callejero con la guitarra eléctrica en mano deleita diariamente a los turistas sin camiseta, sea verano o invierno, aún cuando en Kazán las temperaturas descienden hasta los 30 grados bajo cero.