La historia de un sueño cumplido
Santiago Vico padece parálisis braquial en su brazo izquierdo, pero igual deslumbró a River Plate, que por primera vez en su historia se hará cargo de una costosa operación para un niño y lo sumará a su plantel. También irá su primo Facundo González, que jugó un papel clave en esta increíble historia.
Fue una jugada linda, sí. Pero nada que no hubieran hecho antes, allá en los potreros de barrio San Cayetano. Uno la bajó de pecho ubicado de 5, y con un pase filtrado lo busca al otro, que entrando como 10 desparramó a un varios rivales y lo dejó solo al 9 frente al arquero.
Esa combinación que ni siquiera terminó en gol (el delantero la estrelló contra el travesaño) no quedó registrada por las cámaras de la TV ni fue presenciada por un estadio repleto. Pero, como suele suceder en el fútbol, lo que resulta intrascendente para muchos, puede ser mágico para unos pocos.
Esa pared no fue una simple sucesión de pases y movimientos acertados. Fue mucho más. Esa coreografía improvisada (si vale la expresión), le cambió la vida a un par de pibes y a toda su familia. Y, quizás, pueda ser el génesis de una historia increíble que sí terminará significando algo para mucha gente.
Esa jugada sucedió en el momento y en el lugar indicado. Se dio porque se tenía que dar. "Creo que Dios estuvo ahí ese día y nos ayudó", cuenta el abuelo de los protagonistas, que no puede evitar emocionarse con cada palabra que narra.
Esa bendita jugada se dio justo cuando los ojos que tenían que verla giraron hacia el campo de juego. El lugar: las canchas auxiliares del Monumental, la meca sagrada para la familia cuya suerte cambió a partir de ese día.
ADN futbolero y de River
La familia Vico respira fútbol. Lo lleva en sus genes. La "Chiva", el abuelo, fue un destacado delantero en la Liga Amateur (jugó en La Florida, Iturraspe y Mayo). La posta la tomaron sus hijos. Matías cosechó varios títulos en la Liga Regional y hasta llegó a jugar en Independiente Rivadavia de Mendoza. A la familia se "agregó políticamente" el "Negro" Andrés González, un enganche habilidoso que supo vestir la 10 de Sportivo en los primeros Argentino B.
"Me encantó conocer la pensión de River. Tenés todo ahí adentro, hasta la escuela, no tenés que moverte para nada. Mi ídolo en River es D'Alessandro y obviamente a nivel mundial es Messi. Me gustaría parecerme a ellos en un futuro", dice Santiago.
Matías le heredó la pasión a Santiago y Andrés a Facundo. Los primos, que empezaron el Baby en Tarzanito y luego pasaron a River, forjaron una relación a puro fútbol en las canchas del barrio.
Todos, absolutamente todos, llevan grabada a fuego la pasión por el "millonario". Ese amor por los colores rojo y blanco tendrá mucho que ver en esta historia.
Santiago, que hoy tiene 12 años, sufrió al nacer una lesión en el plexo braquial, algo que le causó una parálisis parcial del brazo izquierdo. Su movilidad está muy reducida y al correr lo lleva pegadito al cuerpo, hacia atrás. No posee el normal braceo que todo futbolista ejecuta en sus movimientos.
Ello no le impidió darle a la pelota a sol y a sombra prácticamente desde que empezó a caminar. Pero sí puede traer complicaciones a futuro. No solo porque limita sus posibilidades de llegar a jugar a un nivel profesional. Lo más importante es que esta descompensación afectará a largo plazo su postura y puede acarrear problemas a nivel columna.
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A medida que Santi y su primo Facu crecían y empezaban a pintar lindo, una sensación ambigua se acrecentaba en la familia: la alegría por verlo disfrutar de su pasión pero a la vez la preocupación por la imposibilidad de solucionar su problema.
El costo de la operación es muy alto para una familia humilde y laburante. "Yo trabajo en la recolección de residuos, no tenemos los medios para afrontar ese gasto", cuenta Matías en su casa de calle Guatemala, donde todos se aprestan a ver la final de la Copa Argentina entre River y Central.