Superó sus propios límites
El triatleta sanfrancisqueño Gastón Montenegro tuvo una brillante actuación en el Ironman de Florianópolis y al regresar a la ciudad admitió: "Me sorprendió terminar duodécimo".
Gastón Montenegro está viviendo un sueño y disfrutando de su gran actuación en Florianópolis, que le posibilitó clasificarse al Ironman de Hawái, el máximo anhelo de todo triatleta. El destacado deportista sanfrancisqueño regresó recientemente de Brasil y en su visita a LA VOZ DE SAN JUSTO comentó cómo en el país vecino puedo superar sus propios límites y tener la fortaleza mental necesaria para soportar dolores y calambres para llegar a la meta.
En su debut en un Ironman, competencia que consta de 3800 metros de natación, 180 kilómetros de ciclismo y 42 kilómetros de pedestrismo, Montenegro brilló en Brasil, realizando la prueba en 8h55'33", fue el mejor argentino en territorio brasileño, obteniendo estos importantes logros: 1° lugar en la categoría M25-29, 1° amateur absoluto y consiguió el 12° puesto en la clasificación general absoluta.
Al preguntarle cuáles fueron sus sensaciones al cruzar la meta en el Ironman de Florianópolis, expresó: "En un principio fue solamente haber logrado el objetivo que me había propuesto, haber llegado ya era un logro importante y también haber bajado el tiempo que estimaba hacer. Después sentí una gran felicidad por lo que había hecho, si bien me costó 'caer', porque recién 'caí' al otro día cuando me dijeron que había ganado la categoría, también fui el mejor amateur y después cuando vi que quedé duodécimo en la clasificación general absoluta, incluidos también los triatletas profesionales, me chocó un poco más porque a eso no me lo esperaba".
"Le apuntaba más al tiempo y al puesto en mi categoría, por eso me sorprendió terminar duodécimo, porque en realidad no me esperaba ni terminar entre los primeros veinte. Estuve a un pasito de quedar entre los diez primeros, porque quedé a dos minutos y medio del que entró décimo. La verdad que mi performance me dejó más que satisfecho", explicó.
Sobre si sintió que superó sus propios límites, expresó: "Sí, aprendí algo nuevo de mí, algo que no conocía, porque de todas las competencias que había corrido hasta ahora ninguna se asemeja a lo que viví en Brasil. Si bien es un triatlón como todos los otros, las distancias te llevan a conocer partes de tu cuerpo que no lo podés experimentar en otras carreras, ni en entrenamientos".
"Estar en el Ironman de Florianópolis te lleva a superar límites físicos y mentales aún más, porque los últimos quince kilómetros de la maratón los corrí más con la cabeza que con las piernas", admitió.
"En realidad el verdadero Ironman empieza con la maratón, más allá de ya tenés arriba casi 4 kilómetros de natación y 180 kilómetros de ciclismo. Cuando pasé los 30 kilómetros de maratón (son 42 en total) ahí fue lo más duro. Lo que pasó es que tenía un plan de carrera y cuando empecé a correr me dejé llevar por las buenas sensaciones y eso lo pagué mucho al final. Por ahí ese fue el error más grande que cometí. Pero bueno, por haber sido la primera vez que corrí estas distancias no me puedo quejar con la carrera que me salió", analizó el profesor de educación física.
Sentirse respaldado
En Brasil, Gastón Montenegro compartió momentos con colegas y amigos de la ciudad, tales los casos de Javier Dona, Gustavo Rosso y Jorge Canelo. Al respecto, el joven de 26 años, comentó: "Ellos apostaron en mí, pensaban que iba a lograr un buen resultado y la clasificación. Si bien sabía que lo podía lograr, trataba de no pensar tanto en eso y enfocarme en hacer mi plan, sabiendo que este tipo de carrera te puede cambiar de un minuto para el otro. Podés pasar de sentirte sensacional y querer llevarte el mundo por delante, a no querer correr nunca más una carrera de este tipo".
"El Ironman es una competencia muy larga y pasás por muchos estados de ánimo, te dan vuelta en la cabeza muchos pensamientos. Por suerte los chicos siempre me han apoyado, desde lo material hasta lo motivacional, por eso estoy muy agradecido con todos ellos. Además hay tres chicos del grupo de triatlón que fueron hasta Brasil para vernos a nosotros, se fueron el viernes y se volvieron el lunes, se hicieron 3.000 kilómetros en cuatro días para alentarnos", subrayó.
"La verdad que admiro muchísimo a los otros chicos que fueron a Brasil a correr y tienen una familia, trabajan y además tienen ganas de salir a entrenar. Por ahí eso es más meritorio que lo que puedo hacer yo, por las obligaciones extra que tienen. Por suerte yo tengo a mi familia que aguanta mucho y me respalda en todo", enfatizó.
Además, en Florianópolis, Gastón estuvo acompañado por su mamá y su novia. "Ellas viajaron conmigo y sé que con el apoyo de mi familia cuento siempre. Es más, puedo hacer lo que me gusta gracias a ellos, me dan la posibilidad de entrenar, llegar a casa y poder descansar y comer. Son cosas que suman para que yo pueda lograr que logré".
Soportar el dolor
"Durante la competencia los dolores fueron normales, sensaciones que ya había experimentado, como por ejemplo principios de calambres, hasta los últimos 10 kilómetros de la maratón adonde empecé a sufrir mucho. Los calambres eran cada vez más fuertes y en el kilómetro 39 me dio un calambre terrible, fue en el isquiotibial derecho y me hizo parar de golpe. Hice tres o cuatro pasos, hasta que empecé a correr de nuevo, pero tratando de forzar otros músculos y de ahí en adelante fui rogando que no me pase nada y poder llegar a la meta. Fui a un paso lento, pero seguro", describió Montenegro.
"El día después de la carrera sentí dolores físicos que no fueron muy diferentes a los que he sentido después de otras competencias. Pero además en Brasil me engripé, y ya el día del Ironman me había levantado con dolor de garganta y algo de resfrío. Después con la exigencia de la carrera terminé peor, cuando me levanté al otro día era un trapo, no servía para nada, pero bueno fue algo que superé con la alegría que tenía porque el resultado obtenido", reveló.
Pensando en Hawái
El Ironman de Hawái, donde estará presente el 13 de octubre Gastón Montenegro, es el más antiguo y prestigioso triatlón del mundo, que se realiza anualmente en la isla de Hawái, que es un estado de Estados Unidos situado en un archipiélago volcánico del Pacífico central. Sus islas son famosas por sus paisajes escarpados con acantilados, cascadas, selvas tropicales y playas con arena de color dorado, rojo, negro e incluso verde.
"Todos los triatletas soñamos con estar en Hawái. Cualquier triatleta profesional sueña con estar en un Juego Olímpico y además poder correr en Hawái, que es la meca del triatlón", aseguró Montenegro.
"Independientemente de cómo me vaya en la carrera, estar en Hawái va a ser un sueño hecho realidad. Ya desde chiquito miraba videos y fotos de esa competencia, y hoy estoy disfrutando de ese logro. Lo que me dio mi puesto en Brasil fue el derecho a competir en Hawái, ya estoy clasificado, pero tengo que pagar la inscripción igual, es más después del Ironman de Florianópolis, cuando se realizó la entrega de premios, acepté la plaza para Hawái y ya hice el pago de la inscripción con la tarjeta de crédito, me costó 1026 dólares,", detalló.
"La verdad que mucho dinero, después hay que ver también el tema del viaje, la comida, suplementación y la estadía. Voy a ver si consigo apoyo, porque más allá de que aún no hice números, es un gasto bastante grande. Por suerte ya muchos se ofrecieron a darme una mano, por ejemplo los chicos del grupo de triatlón, y Aníbal (Gaviglio) que es mi entrenador en natación. Entre todos buscaremos la forma de que pueda estar presente en Hawái", dijo Montenegro en el final de la charla.