Tan normal que asusta
Río de Janeiro es una ciudad gigante, que a las tantas atracciones turísticas que tiene, trataron de agregares las favelas, como si se tratara de un lugar digno de vivir y visitar. Los turistas poco entendemos lo que allí pasa, pero todo sigue muy normal.
Sin dudas Río de Janeiro entrega una variedad de atracciones turísticas muy hermosas y llamativas, que sirven para el deleite de quienes las visitan. Algo que no se entiende como puede serlo son las favelas.
Teniendo el Cristo Redentor como una de las siete maravillas del mundo, imposible resulta pensar que la Rocinha, la Vidigal, Dona Marta o Cidade de Deus, puedan llegar a serlo, pero todos hablan de ellas como si fuera algo relativamente bueno.
"Es pintoresco", "ahí no llega la policía", "ellos manejan muchos negocios", "prefieren vivir así". Son algunas de las frases que la gente de Río o los guías turísticos emplean para darle entidad a las favelas.
Nadie se anima a decir. Ahí hay gente pobre, droga, prostitución y quien sabe cuántas cosas más que no hacen que la vida d todos los que la habitan sea digna. De los "capos" seguro que si, pero de muchos otros no. Esa es su salvación es cierto, pero no por ello hay que conformarse.
En definitiva, son sectores marginales a los que se las ha hecho una fama. Lo malo es que los que llegamos de afuera creemos que se trata de una atracción. Como en muchos lugares del mundo no es común, parece que tiene que ser algo para resaltar por estos lados.
Claro, en Argentina también hay favelas, pero con otros nombres, se llaman villas. En definitiva no son más que asentamientos irregulares que existen porque la gente tiene necesidades.
Las playas y las favelas, el mar y las colinas, la ciudad y la selva se unen al mismo tiempo, en lo que parece apenas unos centímetros en una ciudad tan grande. Todo sigue el ritmo tan vertiginoso que asusta, ellos adentro vivirán en su "mundo", afuera el resto lo hará en el suyo.
Todo termina siendo tan normal que a pocos parece importarles la realidad que se deja a un costado. No debería ser algo común. La pobreza y la delincuencia no son para visitar y que el turista se regodee de pasar cerca.